domingo, 27 de septiembre de 2015

Los miedos bajo mi cable.

Siete de la mañana, vibra el móvil, lo apago, bueno lo intento, aún soy demasiado torpe para acertar en la pantalla táctil. Mi Samsung acaba por aburrirse, pospone la alarma y me da una segunda oportunidad.

Todavía en modo zombi, me embuto las mallas y salgo a la terraza con la esterilla bajo el brazo. Estoy a punto de dejarla caer sobre el suelo, cuando el sonido de una moto madrugadora comienza a intuirse aún a lo lejos.

Entonces es cuando me doy cuenta: sobre el cable de la luz descansan en línea varios pájaros, aparentemente son todos iguales, mismo color, tamaño similar... Pero no todos se comportan igual. El ruido de la moto se acerca y me roba, nos roba, por unos segundos el silencio de la mañana que acabamos de estrenar.

La mayoría de los pajaritos salen volando, intuyendo que el estruendo representa para ellos un peligro. Sin embargo, en el cable permanecen, aparentemente impasibles, un pequeño grupo de valientes que se han quedado a observar la escena. En cuanto vuelve la calma, los fugitivos regresan a posarse junto a sus compañeros.

¿Por qué unos han salido huyendo y otros se han atrevido a quedarse? Instinto de supervivencia supongo. Ante lo desconocido, la mejor opción es siempre ponerse a salvo... ¿o no? Pues igual no. Los que se han quedado, enfrentándose a sus miedos, han podido descubrir de dónde venía el ruido y han aprendido que no hay peligro en él. Los que se han marchado nunca lo sabrán y seguirán escondiéndose una y otra vez.

Siete y cuarto de la mañana, comienzo a hacer Pilates mientras en mi cabeza siguen girando los pensamientos: ... a mí también me gustaría ser capaz de atreverme, no salir volando y permitirme ver todo lo que pasa bajo de mi cable...


miércoles, 3 de junio de 2015

Because I'm Happy...

No debería estar escribiendo este post, pero es que escribir me hace feliz...

Ayer tuve reunión con la tutora de mi hija y me dijo esta frase: - De Joanna destacaría que es una niña muy feliz.-

Ella no lo sabía pero esa frase provocó que el resto de la reunión me diera exactamente igual. Es decir, la lectoescritura es muy importante, el inglés también, informática como no, psicomotricidad claro... Pero ser feliz es absolutamente necesario y debería ser una asignatura obligatoria.


No me refiero a la felicidad impuesta si no a la felicidad consciente. La que encuentras en tu entorno todos los días y que muchas veces obviamos y dejamos de valorar. Me pongo de ejemplo: Yo que soy soñadora de nacimiento y que imagino que consigo grandes cosas que me harían feliz, sería muy injusta conmigo misma si olvidara las pequeñas cosas que tengo a mi alcance y que me hacen sonreír todos los días.

Concha Buika canta una canción "Jodida pero contenta" que a mí me encanta. Todos tenemos problemas y malos momentos, pero aveces es sólo cuestión de cambiar el enfoque de la situación. Cuando lo conseguimos somo capaces de hacer mejor las cosas. Ésto es lo que me ha ocurrido a mí:

1º.-Enfoque Negativo: No tengo trabajo y no lo voy a encontrar, con lo mal que están las cosas...
2º.- Enfoque Buika: Voy a moverme, a buscar soluciones, tengo un montón de información y medios a mi alcance, voy a aprovechar este tiempo y a seguir estudiando...
3º.- Resultado Positivo: Formar parte de un proyecto de búsqueda de empleo maravilloso, conocer a un montón de gente estupenda, aprender sin parar, ver nuevas posibilidades...

No me gusta nada la frase "seguro que hay gente que está peor que yo". Conformarse con estar un poco menos mal que otro me parece cuanto menos triste. Existen tantos tipos de felicidad como personas, sólo tenemos que buscar dónde está la nuestra y potenciarla.

Y ojo que no digo yo que nuestra vida tenga que ser como un monólogo del Club de la Comedia, ni que tengamos que ir enseñando los dientes como la Pantoja. La vida tiene sus dualidades: están los documentales de la 2 y "Sálvame" y eso está muy bien porque cada programa hace feliz a su público.

Ahora mismo mi máximo sería trabajar en algo que me hiciera feliz, pero de momento estoy disfrutando del camino hasta encontrarlo :)



jueves, 30 de abril de 2015

Si llagas no llegas.

Hoy no he ido a clase de inglés. No es que yo no quisiera ir, lo que ha ocurrido es que mis pies no me han dejado. Tendría que haberle hecho caso a mi primera intuición y haberme cogido unas zapas planas, al menos para el pateo desde la estación hasta el lugar donde se celebraba el evento. Pero deseché la idea atribuyéndome, equivocadamente, una capacidad de aguante superior a la realidad. O tal vez hubiera sido mucho más sencillo ir en coche, lo dejas en el parking y te olvidas, pero pagar un pastizal por "hora o fracción" me dolía en el alma. Así pues he evitado un dolor de alma a costa de un gravísimo dolor de pies. 

Al llegar al citado evento a las 08:30 in the morning, el nivel de ebullición cutánea de las plantas de mis pies ya era notable. Pensar que tendría que pasar las siguientes 6 horas de plantón me provocaba tal escalofrió que he tenido que hacer un verdadero esfuerzo, al nivel del Método Stanislavski, para disimularlo. Porque creedme que hacer buena cara cuando por dentro te sientes como el personaje de "El grito" de Edvard Munch tiene muchísimo mérito. El hecho de estar de pie, no era capricho, ni que no hubiera suficiente espacio entre las butacas de la sala, pero que la azafata del evento estuviera cómodamente sentada no es nada protocolario. 

LLAMAMIENTO A LOS SRS. PROTOCOLARIOS: Prueben a estar 360 minutos de pie con tacones y luego hablamos.

Siendo Agatha Ruiz de la Prada una de las ponentes, mi cerebro no pudo resistir imaginar lo agustito que estarían mis pies calzando sus fantásticas pisacacas azules de purpurina. En realidad pasé bastante tiempo pensando en lo maravilloso de poder ser como quieras, vestir como quieras y decir lo que quieras sin que se te juzgue por ello. Lo malo es que ese privilegio sólo se lo concedemos a unos pocos afortunados, entre ellos a la Sra. del vestido-beso.

Finalizado el evento mi ser ya era totalmente consciente de que las llagas habían ganado la partida y de que no seria capaz de volver a la estación andando. Tenia dos opciones: coger un taxi  o comprarme unas deportivas en la primera tienda que viera. He estado apunto de sucumbir a la primera, pero aun a riesgo de no poder llegar viva a la tienda, y dando ridículos pasitos, finalmente me he hecho con unas magníficas depor que me han hecho más feliz que a la cenicienta sus zapatitos de cristal.

Y como ha dicho uno de los ponentes de hoy: "Hay que potenciar el fracaso frente al éxito, equivocarse es bueno porque te ayuda a aprender", yo he aprendido la lección.


viernes, 17 de abril de 2015

¿Puedes enamorarte de una camisa amarilla?

Sí, puedes.

¿Y por qué?

Porque cuando la viste en el H&M te gritó desde la percha: - Cómprame! Llévame a tu casa! Cuélgame en tu armario! Combíname como te apetezca, soy para ti!

Porque la coges sin mirar el precio, sin probártela, no te hace falta, sabes que te quedará bien. Estás convencida de ello.

Porque llegas a casa y te la pones y te miras con satisfacción ante el espejo, orgullosa, porque has acertado y efectivamente te queda bien, te queda muy bien (las abuelas en este momento narcisista sobran).

Porque es amarillo chillón, sí, con un par, suave, larga, ancha, cómoda...

¿Y por qué no?

También nos enamoramos de una sonrisa, de un lugar, de una puesta de sol, de un libro o una peli. Todos llevamos una canción en el corazón.

Porque al final ¿de qué nos enamoramos? Pues de aquello que nos hace sentirnos bien y un poco especiales.

Así pues, mi camisa y yo hemos comenzado nuestra hermosa relación que espero dure mucho tiempo, yo he prometido lavarla con detergente del bueno y ella no arrugarse mucho.

This is love!